Nosotros pasamos la noche allí porque queríamos empezar la visita al monasterio bien temprano, antes de que empezaran a llegar la mayoría de los turistas y, eso si, poder asistir a la misa cantada en el monasterio que ha dado fama internacional al canto gregoriano. Entre semana la misa es a las 9, pero quien quera asistir a cualquier de las demás celebraciones litúrgicas podéis informaros aquí.
En Silos hay una comunidad monástica seguramente desde época visigoda, pero no fue hasta principios del siglo XI, en plena reconquista, cuando empieza a despuntar; por entonces estaba dedicado a San Sebastián. Almanzor lo destruye y el monasterio está completamente arruinado. Es en este momento cuando llega desde San Millán de la Cogolla un nuevo abad, Domingo, apoyado por el rey Fernando I, impulsa su reconstrucción, no solo arquitectónica, también espiritual. A la muerte del abad es canonizado y el monasterio toma su nombre que ha perdurado hasta la actualidad, Santo Domingo de Silos.
Parte de la obra de este abad ha llegado a nuestros días, como el impresionante claustro.
El visitante solo podrá ver el primer cuerpo del claustro, de finales del siglo XI y principios del XII, es uno de los claustros románicos más impresionantes de los que he podido visitar.
Llama la atención tanto los capiteles, todos ellos magnificamente decorados, como las decoraciones de las 4 pilastras (esto es lo que realmente le hace único), así como el artesonado del claustro.
Las 3 joyas del románico español son el pórtico de la Gloria en Santiago, el Pantocrator de Carrión de los Condes y el claustro de Silos... y ya veréis porqué.
Se nota claramente como en las pilastras intervinieron 2 artistas. El 1º realizó 4 de las 3 pilastras, con las decoraciones de la Ascensión, Pentecostés, el sepulcro, el descendimiento, los discípulos de Emaus y la duda de Santo Tomás.
La escena de los discípulos de Emaus recoge un episodio del Evangelio de San Lucas en el que dos discípulos de Jesús, huyen de Jerusalen tras su crucifixión. Por el camino conocen a una persona y se disponen a cenar juntos Emaus. Es allí cuando los discípulos de Jesús se dan cuentan que este misterioso viajero parte el pan de la misma manera en que lo hizo Jesús en su última cena e identifican esta señal como un presagio de su resurrección y un símbolo de la eucaristía.
Los pliegues de las túnicas, los rizos de las barbas, la posición en movimiento... son muchos detalles que hacen esta escultura imprescindible en nuestro románico.
Creo que la pilastra de La duda de Santo Tomás es la mejor conservada de todas ellas. Aquí aparece Jesús rodeado de todos sus apóstoles y como Tomás, quien no acaba de creerse que que Jesús haya resucitado, mete sus dedos en la herida del costado que le dieron en la cruz. Impresiona contemplar esta colección de rostros, o mejor dicho, parece que te están contemplando a ti ya que ellos llevan allí casi mil años.
Un 2º artista realizó la última pilastra con las escenas de la anunciación de María y el árbol de Jessé. Por si mismo serían verdaderas obras maestras, pero al estar junto a las anteriores escenas, quedan deslucidas.
Describir cada uno de los 64 capiteles que decoran el resto del claustro de la planta baja daría para mucho; os dejo unas fotos de aquellos que me gustaron más.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
No podemos salir del claustro sin admirar su artesonado mudejar. Creo recordar que el guía señaló que estaba decorado con 700 figuras... animales, doncellas, caballeros, oficios... todo un recorrido por la Castilla de los siglos XIV y XV.
La visita turística del claustro continúa por la botica del monasterio y finaliza en su pequeño e interesante museo.
Llama la atención como el claustro se salvó de los años de abandono del monasterio tras su desamortización en 1835 y hasta 1880 cuando retornó la vida monástica al lugar y como se salvó de las llamas del incendio de 1970 que redujo a ceniza una parte del monasterio.
Realmente merece la pena acercarse a este monasterio, descubrir su impresionante claustro, sumergirse en sus cantos gregorianos en cualquiera de sus celebraciones litúrgicas, pasear por los alrededores del pueblo y subir hasta una cercana colina para disfrutar del paisaje castellano.
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